Cambios

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Pero el debate había reaparecido indirectamente, cuando la carta Comunionis notio (1992), enviada a los obispos por la Congregación romana para la Doctrina de la Fe, sostuvo la tesis que la Iglesia universal (sobre la cual el Papa ejerce la supremacía) tiene una prioridad ontológica sobre todas las Iglesias particulares, provocando numerosas reacciones en el seno de la Iglesia católica. ¿Si el título de "patriarca de Occidente" es estimado obsoleto por los miembros de la curia, no sería preciso preservar el de "patriarca de Roma", para subrayar junto a los ortodoxos que, del mismo modo que confiesa que subsiste en ella la Una sancta (Vaticano II), la Iglesia romana reconoce a los patriarcados ortodoxos como Iglesias hermanas y no como Iglesias hijas? Las apelaciones recíprocas de Iglesias hermanas entre Roma y Constantinopla hace cuarenta años cuando los encuentros entre Pablo VI y Athenágoras se derivan de una eclesiología y no de una fraseología sentimental o diplomática. Indirectamente, es la significación misma de la primacía sobre la Iglesia universal lo que se encuentra aquí comprometido.
Con los siglos de separación entre la Iglesia romana y el Oriente cristiano, la Contrarreforma, la misión en todos los continentes, las derrotas repetidas por el conciliarismo occidental y la centralización creciente del papado en los siglos XIX y XX, la eclesiología católica romana ha llegado a un punto de desarrollo donde el "patriarcado de Occidente" no tiene ya ninguna significación para los fieles católicos. Dos tercios de entre ellos, no son europeos. Puede comprenderse la decisión de abolir esta esta realidad virtual como un reconocimiento del carácter en lo sucesivo mundial de la geografía católica.
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