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Acatisto
,→Himno Acatisto a la Madre de Dios
Según el relato del “Synaxario” el himno fue instituido para agradecer a la madre de Dios su protección sobre la ciudad de Constantinopla -reinando Heraclio como emperador- ante el ataque de los bárbaros: concretamente los ávaros y los persas -a un tiempo y amenazando las fronteras del Imperio desde diversos frentes- en el año 626.
Se cuenta que el patriarca Sergio hizo llevar en procesión, por toda la ciudad, el icono de la Santa Madre de Dios, exhortando a la población a no perder –en aquellos difíciles momentos- la confianza en su protección. Como quiera ser que los intentos de conquista de Constantinopla por sus enemigos, tanto por tierra como por mar, fracasaron milagrosamente -a pesar de las más numerosas y poderosas fuerzas de los que aportaban a la lucha los bárbaros-, maravillados, los habitantes de la ciudad imperial se dirigieron a la Catedral de Santa Sofía para agradecer a la “Combatiente Poderosa” su infalible intercesión, cantando jubilosamente: “¡Oh, Madre de Dios, somos tus siervos!”.
Según su peculiar nombre se debe a que el pueblo, careciendo de espacio para sentarse, permaneció de pie ("akáthistos")toda la velada y, en adelante, escucharía siempre este himno en esa posición en honor de la Virgen.