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Acatisto

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Himno Acatisto a la Madre de Dios
Se cuenta que el patriarca Sergio hizo llevar en procesión, por toda la ciudad, el icono de la Santa Madre de Dios, exhortando a la población a no perder –en aquellos difíciles momentos- la confianza en su protección. Como quiera ser que los intentos de conquista de Constantinopla por sus enemigos, tanto por tierra como por mar, fracasaron milagrosamente -a pesar de las más numerosas y poderosas fuerzas de los que aportaban a la lucha los bárbaros-, maravillados, los habitantes de la ciudad imperial se dirigieron a la Catedral de Santa Sofía para agradecer a la “Combatiente Poderosa” su infalible intercesión, cantando jubilosamente: “¡Oh, Madre de Dios, somos tus siervos!”.
Según su peculiar nombre se debe a que el pueblo, careciendo de espacio para sentarse, permaneció de pie (toda "akáthistos")toda la velada y, en adelante, escucharía siempre este himno en esa posición en honor de la Virgen.
Es posible que el himno debiera de estar compuesto con bastante anterioridad, puesto que es evidente que no puede ser fruto de la improvisación en el momento histórico referido. Sin embargo, este acontecimiento histórico tan señalado pudo influir para que se fijase la tradición de usarlo como himno de acción de gracias. Así, habría que situar su composición entre finales del siglo V y principios del siglo VI. Se han propuesto varios autores, varias hipótesis a favor de unos u otros, sin que haya pruebas suficientes para determinar la segura autoría de uno de ellos: los patriarcas de Constantinopla Sergio y Germán, Jorge de Pisidia y Romanos el Meloda.
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