Agitados

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Agitados: Los "agitados" (en inglés, shakers) es el nombre popular de una secta protestante de carácter milenarista que tuvo su origen, mediado el siglo XVIII, en Manchester (Inglaterra) y cuyo nombre oficial era el de Sociedad Unida para los Creyentes en la Segunda Aparición de Cristo (The United Society of Believers in Christ´s Second Appearing). Influidos por un grupo de camisardos de Cevennes (calvinistas franceses -hugonotes-) que se exiliaron en 1706 en Iglaterra -tras las persecuciones de que fueron objeto por parte de Luis XIV- dirigidos por Elie Marion, los Agitados o shakers se constituyeron como grupo en torno al liderazgo de Ann Lee (1736-1784), una visionaria psíquica que, finalmente, los condujo a América. El nombre popular les viene dado por el danzar extático que practicaban en sus celebraciones religiosas.

Desde sus inicios, los Agitados habían tenido éxtasis en los que decían obtener revelaciones y, a partir de ellas, pronunciaban profecías. Del mismo modo, enseñaban que Cristo volvería en breve a la tierra e instaban a las gentes a que se arrepintiesen.

Sobrepasado el año 1760 estos grupos milenaristas se reunieron bajo el liderazgo de Ann Lee. Ésta, una mujer sin estudios, había sufrido la trágica experiencia de haber dado a luz cuatro hijos sin vida, por lo que llegó a la convicción de que el sexo era el mal principal del mundo y, debido a su influencia, los shakers defendieron siempre como un mandamiento determinante la renuncia la trato sexual y el celibato estricto. Sus seguidores atribuyeron a Ann Lee un poder milagroso, así como la consideraban encarnación de la figura mesiánica de "la mujer del Apocalipsis".

El culto de la secta tenía un carácter exaltado, en el que eran habituales los arrebatos y el hablar en lenguas (glosalia), lo que provocó el rechazo de la sociedad circundante y de las autoridades y algunos episodios de persecución. Por ello, en el año 1774, nueve "agitados" partieron para América para preparar el traslado del grueso de los sectarios.

Desde su llegada, los shakers se dedicaron al proselitismo, celosos por persuadir a los hombres de su pecado y por ganarlos para su propio grupo de célibes. El revivalismo endémico de los Estados Unidos favoreció el aumento de los adictos.

Aun siendo milenaristas, afirmaban que ellos ya eran hijos de la nueva generación, que habían confesado su pecado, se habían arrepentido de él y lo habían abandonado (especialmente el trato carnal), siendo así salvos y resucitados. Ésta -la salvación- sólo podía alcanzarse mediante una vida ajustada al celibato, ya que la concupiscencia era la causa principal de todos los odios, envidias y males del mundo profano.

En Estados Unidos adoptaron una vida comunitaria, creando colonias bien organizadas donde el trabajo y el culto se integraban en un orden bien institucionalizado, sentando las bases de una mutua ayuda "familiar" entre los miembros de la secta. No obstante, esta vida dentro de las colonias no les llevó a una respuesta de aislamiento o introversionismo total, y meramente contemplativo, frente al mundo exterior: admitieron -sobre todo al principio- a creyentes que todavía no habían abandonado del todo la propiedad y los tratos con la sociedad; adoptaron a un buen número de huérfanos; favorecieron a los indios y se emplearon en el descubrimiento de ingenios e invenciones técnicas que facilitaran la vida de las colonias.

Por lo demás, siempre conservaron una profunda fe en la inspiración divina, desarrollando incluso algunas formas de espiritismo. Con el tiempo su impronta evangelizadora dio paso a una vida comunal más cerrada y, hacia finales del siglo XIX, se produjeron las primeras disensiones: el veterano dirigente Frederick Evans optó por defender un cierto tipo de socialismo, entendiendo que el movimiento había sido siempre una respuesta utopista frente al mundo, mientras que los más conservadores e inmovilistasa de los shakers, liderados por el también veterano Harvey Eads, defendían una posición centrada en el introversionismo de la comunidad y su rechazo del mundo.

Los Agitados llegaron a crear diecinueve colonias (la mayoría entre los años 1787 y 1810), agrupando a unos 17.000 miembros desde su creación hasta finales de los años 50 del siglo pasado. En esta década todavía mantenían dos comunidades con una docena de creyentes. Hoy, se considera que su fidelidad al celibato estricto los ha llevado a su total desaparición.

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