Acemeta
Acemeta: Del griego “akoimetoi”, que puede traducirse por “los que no duermen”, corresponde a la denominación de una variedad o tipo de vida monástica que tuvo su desarrollo, especialmente, en el ámbito urbano de Constantinopla.
Los monjes acemetas –llamados también “chahore” o “los que vigilan” por los sirios- se dividían en grupos para turnarse en el coro y garantizar, durante todo el día, la recitación continuada del Oficio Divino cumpliendo así, literalmente, con la prescripción evangélica presente en Lc 18, 1; dice Jesús: “Es preciso orar en todo tiempo y no desfallecer”.
Normalmente se dividían en tres grupos, asegurando así tres periodos de ocho horas dedicados a la “oración perpetua” y, de este modo, en cuanto tal, la comunidad monástica nunca dormía y estaba siempre vigilante; el resto del tiempo lo dedicaban al apostolado y a las obras de caridad con los necesitados. También era habitual entre los acemetas que todos portasen una copia del Evangelio.
Aunque sus orígenes se sitúan en Siria, los monasterios de acemetas prosperaron sobre todo en Constantinopla y a orillas del Mar Negro. Es común la aceptación de que su fundador fue San Alejandro Akimites (fallecido en el año 430) que primero se estableció a orillas del Éufrates, donde fue cabeza de una comunidad de varios centenares de monjes y desde la que ejerció un apostolado que tuvo mucho éxito en la conversión de varias tribus árabes. Después, San Alejandro quiso establecerse en Antioquía, pero se encontró con la oposición del obispo Flaviano y, por ello, terminó marchando a Constantinopla donde, con el andar de los años, serían numerosos los monasterios de acemetas. Uno de sus monasterios en esta ciudad, el de Studion, fundado por el cónsul Studios, fue muy famoso en la antigüedad.