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Alianza

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Alianza: Del hebreo "berith": pacto, contrato. Término y concepto central en el Judaísmo y el Cristianismo. En líneas generales puede referirse a los compromisos que, en la tradición bíblica, se establecen entre Dios y los hombres. La historia de la salvación se cimenta sobre pactos que, siempre, proceden de Dios: Él no concibe al hombre como su igual, pero lo considera como hermano en la salvación.

Concretamente, según las Escrituras, podemos hablar de una Antigua Alianza, la referida en el Antiguo Testamento y/o Biblia Hebrea, y una Nueva Alianza, la contenida en el Nuevo Testamento.

En la escrituras hebreas, la Antigua Alianza representa el pacto entre Dios y su pueblo elegido, Israel, fundamento de la religión judía. Este pacto se ejemplifica especialmente en la entrega de la Ley a Moisés en el Monte Sinaí (Ex 24, 3 y ss.), cuando Dios promete conducir al pueblo hebreo desde la cautividad, como esclavos en Egipto, hacia la tierra prometida, Canaán. Sin embargo, también, puede estimarse que este acuerdo tiene sus precedentes en los pactos anteriores establecidos con Noé y Abraham (Gn 15, 7 y ss.).

Los rasgos principales de la Antigua Alianza son: primero, es un contrato bilateral y un don en que ambas partes se comprometen a algo; segundo, en el caso del Sinaí, Dios se compromete a ser fiel a las promesas hechas y el pueblo a ser fiel a su Dios; la alianza es confirmada y sellada mediante un sacrificio (como en la historia de Abraham); y, en tercer lugar, toda la religiosidad y las normas éticas del pueblo judío tienen su base en esta fidelidad prometida y debida a Dios.

Por su parte, en el Nuevo Testamento, los autores inspirados describen la muerte y pasión de Jesucristo como una "nueva alianza" y expresan que este pacto sustituye a la "antigua alianza". Jesús, pues, establece un nuevo compromiso entre Dios y los hombres, que completa y perfecciona la Antigua Alianza con el pueblo de Israel, extendiéndolo a todo el género humano.

En efecto, para los cristianos tiene un significado nuevo: según San Pablo, en la persona de Cristo se realiza una Nueva Alianza (1Cor 11, 25) y se deroga la antigua. Esta ha sido superada por el nuevo Sumo Sacerdote, Cristo (Hb 3, 1-6), quien con su sangre (es decir, un nuevo sacrificio) sella y adquiere para Dios un pueblo nuevo.

Igualmente, Cristo mismo alude a ella en la Última Cena, al instituir la Eucaristía: "Esta copa es la Nueva Alianza de Dios, sellada con mi sangre" (en Mt 26, 27-28, y Lc 22, 20).