Adopcionismo / Adopcianismo

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Se entiende por "adopcionismo" la posición herética en materia cristológica que incide en la concepción o consideración de Jesucristo como un mero hombre adoptado por Dios. Dentro de las diversas formas conocidas como adopcionismo, varios autores distinguirían dos fundamentalmente:

Adopcionismo


El adopcionismo propiamente dicho que tendría su primera manifestación -sin descartar en su surgimiento influencias de la muy temprana secta de los ebionitas- sobre las últimas décadas del siglo II d.C. Según esta doctrina herética Jesús fue adoptado por Dios, a causa de su perfección moral o su estado de libertad respecto del pecado y -normalmente señalaría- que tal adopción habría tenido lugar en el momento de su bautismo por San Juan El Bautista en el río Jordán.

La difusión de esta comprensión herética de la significación de Jesucristo se debió inicialmente a autores como Teodoto El Curtidor y Teodoto El Cambista (ambos hacia el año 190), pero, sobre todo, a causa de las obras y predicaciones de Pablo de Samosata (obispo de Antioquía en el año 260).

Con sus debidos matices y modulaciones, posteriormente, el adopcionismo se hace presente en Diodoro, obispo de Tarso desde el año 378 y, a través de su discípulo, Teodoro (fallecido en 428), obispo de Mopsuestia, en Nestorio, obispo de Constantinopla (discípulo a su vez del anterior; fallecido en 451) influyendo decisivamente en la formulación cristológica de la Iglesia nestoriana.

Esta se concretaría en que en el Cristo encarnado cabe distinguir dos Personas (una humana y otra divina) y dos Naturalezas (igualmente y respectivamente, una humana y otra divina); así, la segunda Persona de la Divinidad Trihipostática habría venido a morar en el hombre Cristo como en un "templo"; y negando, en consecuencia, que la Virgen María debiera llamarse Theotokos ("madre de Dios").

El adopcionismo y el nestorianismo, por cuanto implicaban que Jesús pudiera no haber tenido una naturaleza divina plena, fueron condenados en el Concilio de Éfeso, en el año 431.

Por último, algunos estudios no descartan igualmente algunas conexiones del adopcionismo con el surgimiento y desarrollo del arrianismo.

Adopcianismo


El adopcianismo -con "a"- se refiere, por su parte, a la herejía surgida en Hispania durante el siglo VIII propugnada por Elipando (+ h. 820), metropolitano mozárabe de Toledo, y Félix (+ 818), obispo de Urgel. Comunmente se admite su atribución o inicial autoría al primero de ellos, sin embargo, ya en la época, Agobardo de Lyon acusó al segundo -después de dedicarle los siguientes elogios: "varón circunspecto y no indigno de la sutileza de los hispanos"- de ser "corífeo de la secta y maestro de Elipando", queriendo indicar que la filiación doctrinal sería la inversa. Sea lo que sea, según ambos Cristo, en cuanto hombre, no es hijo verdadero de Dios, sino adoptivo o, dicho de otro modo, Cristo en cuanto a su naturaleza divina, era hijo de Dios, pero sólo era hijo adoptivo en cuanto a su naturaleza humana. Siguiendo al mismo Elipando: "El Logos divino había adoptado la humanidad en la naturaleza, no en la persona de Cristo".

La herejía de Elipando recibiría primeramente los embates del Beato de Liébana (para ello, su Apologético) y de Eterio de Osma, y requeriría de la misma intervención condenatoria del Papa Adriano I. Posteriormente un concilio local en Ratisbona (792) ratificaría la condena pero, dada su escasa efectividad (la no retractación de Elipando de Toledo y Félix de Urgel), el mismo Carlomagno convocaría otro dos años más tarde en Frankfurt.

Félix de Urgel terminaría retractándose en una conferencia teológica en Aquisgrán (799), redactando una Professio Fidei, aunque no sería repuesto en su sede leridana. Elipando, como metropolitano de Toledo, a la sazón diócesis en territorio sometido políticamente al Islam, siguió hasta su muerte defendiendo sus posiciones heréticas.

Sobre el adopcianismo se señala como una de sus causas o motivaciones la necesidad, circunstancialmente histórica, de hacer accesible y entendible -en los debates teológicos- a los musulmanes de la península Ibérica, sobre todo, y a los judíos, en menor medida, el hecho de la Encarnación Divina ("El Verbo se hizo carne y vivió en medio de nosotros", Jn 1, 14). Del mismo modo, se hace observar el dato de que, precisamente, surja en una zona donde el arrianismo había tenido un reciente, y destacable, predicamento.

Para terminar, señalar que, todavía en el siglo XII, y en el marco de la teología escolástica occidental, reaparecen nuevos "brotes" de adopcionismo/adopcianismo, como ponen de manifiesto las obras de Abelardo y Lombardo.